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Desde el lunes San Cristóbal no ha sido la misma ciudad



Los ruidos de los motores, “el musicón” que caracteriza los colmados y hasta la salsa que se escucha a cualquier hora desde las emisoras colocadas por los choferes del transporte público se ha ido disipando.

En las guaguas de transporte desde y hacia San Cristóbal no se escuchan ni siquiera las voces de las personas. Y la discreción se ha mantenido en el ambiente.

Si hay una conversación en el pueblo, es casi siempre sobre la explosión que acabó con las vidas de 29 personas, y dejó decenas de heridos.

Al parecer casi todos conocen a alguien que haya estado en el lugar al momento del siniestro que dio origen el lunes 14 de agosto pocos minutos después de las 3:00 de la tarde. Desde el día de aquella tragedia, el nerviosismo también se ha apoderado de los sancristobalenses, principalmente de aquellos que caminan en las cercanías de la zona cero, en la calle Padre Ayala, próxima a la avenida Constitución.

Tanto así, que el pasado miércoles, después de una de las ruedas de prensa dadas en la Gobernación de San Cristóbal, se cayó un objeto en una esquina del salón de eventos, y como si estuvieran programados, todos miraron hacia aquella esquina para supervisar que todo estaba bien.

Como si estuvieran en alerta a cualquier ruido anormal que ocurra a su alrededor.

Listin Diario